Todo aquello que tiene en su naturaleza surgir, tiene en su naturaleza cesar. Sí. ¿Y qué? Yo la amé. La amo. Desde el primer momento ese amor fue perfecto, completo. En realidad no se puede decir que el amor aparezca; más bien, se manifiesta. Si se cree en la reencarnación, el fenómeno resulta explicable. La alegría de reencontrarse con alguien que ya conocemos, que siempre hemos conocido, desde siempre, en una infinidad de encarnaciones anteriores.
Si no se cree, es un misterio.
Yo no creo en la reencarnación. O, más bien, no lo quiero saber.
Perder el amor también es perderse a uno mismo. La personalidad se esfuma. No nos quedan ni las ganas, no contemplamos ya siquiera lo de tener una personalidad. Ya no somos, en sentido estricto, más que sufrimiento.
Lo mismo es, con diferentes modalidades, perder el mundo. El vínculo se rompe de inmediato, desde el primer segundo. El universo nos es, al principio, extraño. Luego, poco a poco, se vuelve hostil. También él es sufrimiento. No hay más que sufrimiento.
Y siempre esperamos algo.

Configuración de la última orilla, Michel Houellebecq
Aquel que se preocupa por los problemas de los demás, o no tiene problemas propios o ha decidido ignorarlos.

Ya sólo habla de amor, Ray Loriga
El ridículo y el humor tienen el poder de trastornar y desestabilizar las sociedades de forma mucho más eficaz, sin crueldad ni sufrimiento. Nada destruye la pomposidad y la arrogancia mejor que la carcajada estridente.

Manual revisado del Boy Scout, William S. Burroughs
Ninguna acción que ignora por completo el territorio de la bondad es una acción inteligente, pues inteligencia y bondad son una misma cosa. Si la bondad es la comprensión de lo otro, también la inteligencia es la comprensión de lo otro.

Ya sólo habla de amor, Ray Loriga
Esto es lo maravilloso del hombre: nunca se desalienta o disgusta lo suficiente para abandonar algo que debe hacer, porque sabe que es importante y que merece la pena serlo.

Fahrenheit 451, Ray Bradbury
Debería haber, en la vida, la posibilidad del plano congelado.

El último día de Terranova, Manuel Rivas