-Esto va a acabar mal, eso sí lo ves, ¿no? Si continúas así. Por eso todo el mundo te sermonea. Porque has sido siempre un hijo de puta que iba a la suya, y que se jodan los demás. Como no cambies, despídete de Eloísa para siempre.
-Eloísa ya se ha ido para siempre -le contesto, y me vuelvo-. Y los hijos de puta no cambian. ¿Cómo van a cambiar? ¿Cómo voy yo a cambiar?

Eres el mejor, Cienfuegos, Kiko Amat
Si ahora mismo te digo que defiendo el nazismo como un sentimiento intrínseco y natural en el hombre, te apresurarás a indignarte y colgarme de los huevos amparado en tu supuesta superioridad moral, con lo cual estarás dándome la razón, ya que así obraría un nazi. ¿Ves a dónde pretendo llegar? Ahondemos en ello. El nazismo es solo una palabra, una etiqueta que ha quedado estigmatizada con el tiempo, pero que responde simplemente a un sentimiento misántropo exagerado, y la misantropía es un pie del que todos cojeamos. La marca nazismo es solo una etiqueta que se ha creado para encerrar unas ideas en unos márgenes visibles y estigmatizar el todo, pero siempre que se crean márgenes, lo que ellos encierran pierde su sentido y se expande silenciosamente por otras vías. Lo cierto es que aunque la esvástica esté pasada de moda, sus premisas siempre han seguido presentes. El jefe cabrón que te pide, tras terminar tu jornada de ocho horas, que te quedes otras cuatro, por supuesto sin cobrar, ya que "en nuestro convenio no se pagan las horas extra", y así te esclaviza un poco más y encima gratuitamente, ¿eso qué es? Un puto nazi. Observemos la sociedad actual. Vivimos gobernados por nazis, eso es un hecho que se demuestra más claramente a cada día que pasa. Nuestro ilustre presidente, esa jodida marioneta gangosa, esa mascota de poderes ocultos más elevados, está haciendo todo lo posible por llevar a su pueblo a la esclavitud absoluta con una sarta de medidas absurdas, con el terreno allanado por la política de haber transformado a la sociedad, ausente como dije de disciplina y fortaleza, en un rebaño dócil y completamente maleable ¿Qué puedes esperar de un país en el que el periódico más vendido es el deportivo, el programa más visto el de los chismorreos del corazón y los libros más vendidos son absurdas epopeyas vampíricas en ficción y recetas de cocina en no ficción? Se ha conseguido incluso que nos esclavicemos personalmente, que sonriamos mientras nos colocamos nuestros propios grilletes en forma de obligaciones y deseos de propiedad absurdos. Todo es tan evidente que hasta los más ignorantes empiezan a darse cuenta del percal, pero incluso sabiéndolo se ven incapaces de actuar porque han perdido por completo su voluntad, están asustados y prefieren ser dominados, bajan la cabeza mientras se les despoja poco a poco de todo, abrumándolos con excusas incomprensibles por doquier, las presiones de los mercados, la esclavitud del dinero... Incluso se aprueba la esterilización de los discapacitados sin terminar de definir qué es un discapacitado, y aquí no pasa nada, oiga. La jugada les está saliendo bien, y entre risas nuestros dirigentes exprimen un poco más para ver hasta dónde pueden llegar, mientras nadie hace nada. Al fin y al cabo, ¿por qué no hacerlo? El egoísmo y el ansía de poder del ser humano no conoce límites, y si no hay represalias se tiende a estirar de la cuerda al máximo, si dejas que se follen a tu mujer sin hacer nada el violador pasará seguidamente a probar el chochito de tu hija, luego de tu hermana, de tu madre, y al final te verás con un pene metido en el culo y quizás entonces hagas algo, o quizás no... Y si se produjese de repente el ansiado despertar de las conciencias, ¿qué haríamos entonces? Coger las antorchas, salir a la calle, arrancar a los reptiles de sus sofás de cuero, sacarles de sus búnkeres y arrastrarlos por los pelos hasta la plaza del pueblo, donde, entre cánticos, los condenaríamos a morir lapidados, con lo cual nosotros nos convertiríamos en los nazis.

El descrédito, VV.AA.
Quiero probar las drogas sintéticas, es como un capricho de turista, empecinado en sacarse una foto delante de la Torre Eiffel, buscando el ridículo efecto óptico de tener el dedo índice justo encima de la punta. Mi apetencia es quizá menos sana, pero menos ridícula y bastante más divertida.

El descrédito, VV.AA.
Los grandes cínicos han sido antes grandes entusiastas de la vida. Su entusiasmo troca en cinismo mediante la experiencia, pero se trata de un cinismo tan lleno de energía como aquel entusiasmo, lo cual los sitúa de nuevo dentro de la vida. Si no valiese la pena existir tampoco valdría la pena escribir para contarlo.

El descrédito, VV.AA.
Lo peor es que te preguntas de dónde vas a sacar bastantes fuerzas la mañana siguiente para seguir haciendo lo que has hecho la víspera y desde hace ya tiempo, de dónde vas a sacar fuerzas para ese trajinar absurdo, para esos mil proyectos que nunca salen bien, esos intentos por salir de la necesidad agobiante, intentos siempre abortados, y todo ello para acabar convenciéndote una vez más de que el destino es invencible, de que hay que volver a caer al pie de la muralla, todas las noches, con la angustia del día siguiente, cada vez más precario, más sórdido.

Viaje al fin de la noche, Louis-Ferdinand Céline
Tienen derecho a preguntarme en qué creo, yo que me declaro tan antitodo. Pues se lo diré: creo en el nihilismo, en la medida en que creo en la ausencia de ismos. Sé que no sé y creo en no creer. -Percibió que en la primera fila los murmullos se intensificaban: no había tiempo que perder-. Por cada hombre que cree en algo, hay otro hombre que cree en lo contrario. ¿Cuántas guerras se habrían librado, a cuántos hombres habrían torturado en este mundo si nadie hubiese creído nunca en nada?

Caída y auge de Reginald Perrin, David Nobbs
Nos enfadamos con nuestros hijos por cometer los mismos errores que cometimos nosotros, en parte porque por alguna razón absurda creemos que tendrían que haber aprendido de nuestros errores, y en parte porque nos recuerdan nuestra propia habilidad para el desatino.

Caída y auge de Reginald Perrin, David Nobbs
Reggie removió el café indolentemente.
-¿Vamos a ir a casa del hipopótamo el domingo? -preguntó.
-¿A casa de quién? -se extrañó Elizabeth.
-De tu madre, me refiero. Se me ha ocurrido llamarla hipopótamo; para variar un poco.
Elizabeth se le quedó mirando de hito en hito, boquiabierta del asombro.
-No me parece bonito que digas esas cosas.
-Tampoco a mí tener una suegra que parece un hipopótamo.


Caída y auge de Reginald Perrin, David Nobbs
A la gente le gustan los abrazos. Creo que todo el mundo quiere que lo abracen a todas horas, pero a todo el mundo le da miedo y nadie lo hace. Todo el mundo tiene que quedarse sin abrazos. El gobierno debería pagar a gente para que fuera abrazando a los demás en los transportes públicos. Se llamarían Abracines.

Lolito, Ben Brooks
En la escultura griega el ideal universal de belleza hace que los cuerpos del hombre y de la mujer se parezcan bastante. ¿No puede residir aquí uno de los secretos del amor? ¿No podría ser que en los recovecos más recónditos del amor existiera, tanto en el hombre como en la mujer, el ansia imposible de llegar a ser exactamente iguales? ¿No cabe la posibilidad de que el deseo amoroso impulse a la gente a imponerse un alejamiento trágico desde el cual marcar la imposibilidad de acceder al polo opuesto? Es decir, como el amor recíproco no puede lograr la perfección de una identidad de los dos seres, ¿no se producirá un proceso mediante el cual cada uno de los dos amantes trata de no asemejarse en lo más mínimo al otro, y emplea este alejamiento como una especie de coquetería dirigida al otro? En cualquier caso, ¡qué lástima que esta similitud acabe reducida a una ilusión momentánea! Porque, a pesar de que la joven enamorada se hace más valiente y el joven enamorado se vuelve más tímido, llega un momento en que los dos, yendo en direcciones opuestas, se cruzan rompiendo la similitud y encaminándose cada uno a un lugar en la distancia en la cual ya no existe un objetivo.

Confesiones de una máscara, Yukio Mishima
Al considerar los acontecimientos presentes de nuestra vida, oscilamos constantemente entre la fe en el azar y la evidencia del determinismo. Sin embargo, cuando se trata del pasado, no tenemos la menor duda: nos parece obvio que todo ha ocurrido del modo en que, efectivamente, tenía que ocurrir.

Las partículas elementales, Michel Houellebecq
No hay nada más lógico que el impulso carnal. En cuanto el intelecto se ponía a actuar para comprender, mis deseos por determinada persona se desvanecían de inmediato. Incluso el descubrimiento del más mínimo indicio de inteligencia en mi pareja me obligaba a un juicio racional de valores. En una relación de interacción como es la del amor, hay que dar lo mismo que se pide al otro. De aquí que el deseo de ignorancia en mi pareja me exigiera, aunque temporalmente, una absoluta «rebelión contra el razonamiento». De todas maneras, esto, para mí, era imposible.

Confesiones de una máscara, Yukio Mishima
-Estoy hablando en serio. Las cosas importantes, las únicas cosas importantes que  existen en el mundo, se escriben con hache, y, por el contrario, se escriben sin hache las  infinitas cosas que no tienen importancia.
- Explica eso -pidió Zambombo, interesado.
-No hace falta explicarlo. Basta con repasar el diccionario. Busca las cosas  trascendentales, y sólo las hallarás en la H. Los hijos, con hache; el honor, la  honra, con hache; Dios (Hacedor Supremo), con hache; hombre, con hache; la materialización de Cristo (La Hostia), con hache; la hidalguía, con hache; el  habilitado, que es el que paga, con hache...
Hubo nuevas risas.
-Os hago reír, ¿verdad? Reír es lo más importante del mundo: y humorismo se escribe
con hache...
-¿Y comer? ¿No es importante comer?
-Ya lo creo... Por eso, los alimentos principales se escriben con hache: harina, huevos... ¿Tiene importancia el día de mañana? No, porque aún no ha llegado. ¿Tiene importancia el día de ayer? No, porque ha pasado ya. Pero el día de hoy, que es importantísimo, ya se escribe con hache. ¿Y hay algo tan importante como el hambre? ¿Y como la higiene?... Amigo se escribe sin hache, pero cuando es un amigo de verdad, entonces se escribe con hache, porque se le llama hermano... Un mineral conmocionó el mundo, fue padre de todo y creó la civilización: el hierro. Honradez se escribe con hache...
Fermín hizo una pequeña pausa para agregar:
-Todos los símbolos de las cosas importantes tienen su hache correspondiente... Hecatombe, o sea el siniestro máximo; la hidra, lo más dañino; el hada, lo más benéfico; la hélice, que es lo que impulsa; el hueso, que sostiene el edificio humano; Hércules, que es la fuerza; hermosura, que es la belleza; horrible, que es la fealdad, con los superlativos de horroroso y horrendo; el himeneo, que representa el matrimonio; los himnos, que sintetizan el ideal patriótico de los pueblos; el hogarrefugio de los que tienen la misma sangre... Y esa misma sangre, ¡tan importante!, es la hemoglobina... y cuando esa preciosa sangre se vierte, cosa gravemente trascendental, surge la hemorragia... El fuego se representa con la hoguera y el frío con el hielo. Dos verbos imprescindibles, que personalizan el esfuerzo humano de muchos siglos, son hacer y hablar. Humanidad se escribe con hache. Y la Humanidad dio un paso gigantesco cuando empezó a usar el hilo para confeccionar sus ropas. La altura mayor del planeta es el Himalaya, y el primer médico, Hipócrates, y el primer poeta, Homero, y los mejores cigarros, los habanos... y ahí, en la moderna América del Norte, tenéis un río, que por sí solo ha creado un pueblo nuevo, una raza nueva, y que ¡naturalmente!, se escribe con hache; me refiero al Hudson.
-¿Y el valor? ¿El valor no es importante? -dijo Zamb-. Y sin embargo...
-Cuando el valor llega a ser algo importante, nace el heroísmo; es como el caballo, ese simpático animal que también se escribe sin hache, pero que cuando es verdaderamente bueno, tiene hache, puesto que se le destina al hipódromo; y todo lo relativo al caballo es hípico... Al asesinato de un ser humano se le llama homicidio. El...
-¿Y el Sol?... ¡Sol se escribe sin hache! -interrumpió Dolly.
-¡Ignorante! ¿No sabes que Sol es Helios? A veces hay que retroceder a la antigüedad para encontrar algunas haches destrozadas por el uso. El pueblo elegido de Dios fue el hebreo; el pueblo constructor y precursor, los helenos, y el pueblo destructor y retrógrado, los hunos. Y es importante la Historia, que se escribe con hache, y cuando alguien ejecuta algo grande, se dice que ha llevado a cabo una hazaña. ¡Pero, hombre! Si hasta las mejores barajas son las de Fournier, don Heraclio.
Esta vez las risas se le contagiaron al camarero.
-Por eso -siguió Fermín- el amor, que no tiene importancia ninguna, se escribe sin hache. No debe tomarse en serio el amor... ¡Amor se escribe sin hache!... Hay que reírse de las cosas escritas sin hache...

Amor se escribe sin hache, Enrique Jardiel Poncela